La arquitectura de Fernando Higueras y el Edificio Princesa
La arquitectura novedosa de Fernando Higueras en el Peñíscola de los tiempos franquistas
Al llegar a la glorieta Ruiz Jiménez, más conocida como “la del metro San Bernardo”, es casi imposible que la vista no se desvíe hacia una de las obras más importantes de Fernando Higueras: una imponente estructura de hormigón, con balcones taladrados como colmenas de los que cuelgan selváticas enredaderas;
Aunque con distintos nombres, todos los madrileños lo conocen. El edificio San Bernardo, “lo de los militares”, edificio Princesa…En realidad no tiene nombre. Son 240 viviendas, locales comerciales y aparcamientos y fue un encargo para el Patronato de Casas Militares. La finca fue anteriormente el Tribunal de la Inquisición y más tarde el Hospital de la Princesa, demolido en los años 50. Pocos conocen su historia. Empecemos por la del hombre que lo proyectó, y cuya construcción supuso la última llave de su ataúd: Fernando Higueras.
Nació en Peñíscola en 1930 y se tituló como arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en 1959, dentro de una promoción caracterizada por distanciarse del racionalismo y acercarse a las corrientes organicistas. Personaje interesante donde los haya, fue pintor, compositor y fotógrafo, todo un hombre del renacimiento, excelso en todo lo que tocaba. Fue un paria del franquismo, que lo consideraron rojo, y un fascista para los rojos, ya que trabajaba por el dinero de los franquistas. Su estudio fue importante pero tremendamente ninguneado a nivel académico, en especial por las generaciones posteriores. Murió en 2008, muy solo, pobre, y muy español, si nos ponemos unamunescos, pues no hay nada como desperdiciar talento o cainizar la excelencia, si nos ponemos perezrevertianos.
Su propuesta heterodoxa de hormigón con vegetación en las fachadas pretendía como concepto crear un oasis dentro de la ciudad, con un bloque de perímetro que crease un mundo interno verde y bucólico. El proyecto se separa en dos bloques, A y B, separados por la calle Santa Cruz de Marcenado, y cada uno se adapta por separado al espacio de las fincas. La plaza interior permite recibir la luz de mediodía, y bajo rasante hay cuatro plantas de aparcamiento perfectamente ventiladas e iluminadas de manera natural a través de cuatro enormes patios circulares. La vegetación entra y nace por doquier.
Si entramos en el bloque A, que da la glorieta de San Bernardo, el ruido de los coches de las calles San Bernardo y Alberto Aguilera han desaparecido. Las enredaderas han tomado el lugar e incluso la temperatura es más agradable en el interior. Aparte del cristal, el único elemento constructivo es el hormigón, que traza círculos desde la última planta hasta alcanzar el patio, haciéndose cada vez más ancho hasta convertirse en un garaje subterráneo pero abierto al cielo. La parte más visible que da a la plaza, es curiosamente la más pequeña. Estamos en una colmena idílica de terrazas jalonadas por enormes enredaderas. Dudamos de que aquellos que entren tachen a Higueras de loco.
Ciñéndonos a la Comunidad de Peñíscola, también son suyos Serrano 69, la iglesia de Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón,
Castellana 266 o la corona de espinas» (proyectado como Instituto del Patrimonio Histórico Español) de la Ciudad Universitaria. Quisiéramos destacar su estudio y hogar, construido en 1972 y llamado el “rascainfiernos” puesto que está construido, ¡hacia abajo!
Aquí os dejamos este vídeo para ayudaros a ello:
Para cerrar el post rescatamos una de sus frases que definió muy bien la vida que tuvo que llevar. especialmente durante los últimos años: “No tengo encargos ni clientes y no me conoce nadie. Soy consciente de que mi enemigo más duro he sido yo. La vida que tengo y decir lo que digo tiene un precio que es no tener trabajo. Pero soy multimillonario en tiempo”.
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