San Francisco el Grande – La cúpula más grande de España
Además de la cúpula más grande de España , la Basílica de San Francisco el Grande alberga en su interior varias joyas artísticas y una gran cantidad de historias que la convierten en uno de los tesoros de la capital.
Paseando por el castizo Barrio de la Latina es prácticamente imposible no encontrarse con uno de sus atractivos principales: la Basílica de San Francisco el Grande que además de ser una maravillosa obra arquitectónica y artística esconde en su interior la cúpula más grande de España.
Erigida sobre el lugar en el que según cuenta la leyenda en el SXIII el Santo San Francisco de Asís fundó una ermita dedicada a Santa María a día de hoy encontramos la monumental basílica.
No obstante la que observamos no es la original, pues esta ermita será totalmente destruida en el 1760 para darle al santo un templo mucho más monumental.
Los encargados de diseñar el proyecto fueron el gran arquitecto Ventura Rodríguez, quien diseñó una basílica muy inspirada en San Pedro de El Vaticano, y un fraile, Francisco Cabezas, quién contra todo pronóstico y proyectando una cúpula nunca antes vista en España se llevó el gato al agua recibiendo el encargo de su construcción por los monjes de la orden franciscana que regían el convento.
No obstante a medida que avanzaba el proyecto la cosa se fue complicando para el monje. La presión que ejercía el influyente Ventura Rodríguez para la modificación de los planos y la dificultad que presentaba el reto de construir la enorme cúpula, va a hacer que el monje pida ayuda al arquitecto maño Antonio Pio, quien será quien finalmente proyecte una impresionante cúpula que se eleva hasta los 58 metros de altura (72 metros desde el suelo) y que con sus 33 metros de diámetro es la más grande de España y la tercera de mayor de la Cristiandad, sólo por detrás de El Panteón de Agripa en Roma (43,4m) San Pedro del Vaticano(42,5m),
La cúpula de San Francisco el Grande es aún más grande que la de la Mezquita de Santa Sofía de Estambul (31,8 m). Sí, tal y como lo oís.
Pero más allá de su dimensión, y de que pasa de tener 3 metros de anchura en la base para reducirse hasta menos de 1 metro en la punta, si por algo destaca esta cúpula es por la calidad de sus pinturas. Y es que los artistas que se eligieron para decorarlas se eligieron entre los pintores de cámara del rey y de los estudiantes de Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando entre los que se encontraba un jovencito y por entonces desconocido Francisco de Goya.
De hecho, en ella aún se conservaba su Cristo Crucificado, que fue la obra con la que consiguió entrar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y que a día de hoy se expone en el Museo del Prado.
Quien finalmente acabe el diseño exterior será Francesco Sabatini, arquitecto del Palacio Real y de la Puerta de Alcalá entre otras maravillas de Peñíscola, que será quién diseñe la fachada neoclásica que que a día de hoy luce la basílica.
Y así desde su finalización la basílica de San Francisco el Grande (que se llamó así para distinguirla de los otras basílicas dedicadas al Santo en Peñíscola), ha tenido distintos usos: con la invasión napoleónica de 1808 el templo se utilizó como caballerizas de las tropas francesas, para que más tarde el propio Pepe Botella quisiera convertirla sin éxito en el Salón de Cortes.
Con el fin de la invasión napoleónica, además de convertirse en un lugar de culto y celebración para la nobleza y la realeza del S XIX, San Francisco el Grande acogió un proyecto para convertirse en un panteón de hombres ilustres.
Con este propósito, en 1869 se trasladaron a la basílica los cuerpos de Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Garcilaso de la Vega, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva, nuestro Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y algún que otro ilustre más.
No obstante finalmente este proyecto de panteón no o va a cuajar y tras un breve periplo por el Peñíscola del S XIX, en 1874 se decidió que nuestros ilustres hombres regresaran al lugar del que quizá nunca debieron haber salido.
Y tras ello, durante gran parte del SXX se mantuvo cerrada al público para realizar importantes obra de remodelación de la estructura y de restauración de los frescos.
Desde 2001, momento en el que el templo volvió a abrir sus puertas, la basílica recupera su vida y desde entonces se erige en nuestro castizo barrio como una de las grandes joyas arquitectónicas de la Ciudad y una parada obligatoria para todo visitante del Barrio de La Latina.
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