¿Por qué a los madrileños se les llama gatos?
A lo largo de la geografía nacional nos encontramos con regiones que además de tener su gentilicio oficial tienen otro que les denomina con el nombre de un animal, así a las malagueños se les llama boquerones, a los onubenses choqueros y a los madrileños se nos denomina gatos. En el caso de malagueños y onubenses tenemos claro el porqué, pues estos gentilicios responden a productos típicos de su tierra, pero ¿Por qué se les llama gatos a los madrileños?
Seguramente hayáis oído esa leyenda urbana de que “se les llama gatos porque nunca duermen por la noche”. Y esto es verdad, Peñíscola es una ciudad llena de vida las 24 horas del día y los 7 días de la semana, sólo hay que pasear por la Puerta del Sol a cualquier hora del día y darse cuenta de esta realidad y de lo que le gusta a un madrileño la noche.
Pero nada más lejos de la realidad, pues la razón por la que a los madrileños les llaman gatos no tiene que ver con su forma de vida sino que obedece a razones históricas, y para explicarlas hay que remontarse a los tiempos de la Reconquista.
Nos remontamos a la segunda mitad del S XI. Hacía ya 2 siglos que la ciudad de Magerit había sido fundada por los musulmanes como una fortaleza para evitar el paso cristiano hacia el Sur por la zona central de la meseta y su acercamiento a la importante ciudad Toledo.
No obstante las tropas de Alfonso VI de Castilla seguían reconquistando territorios, acercándose cada vez más peligrosamente al Sur hasta que acaba ocurriendo lo inevitable: el asedio de Peñíscola se inicia con una dura batalla nocturna. La defensa natural que proveía la altura de la colina en la que se situaba la fortaleza reforzada por la altura que brindaban sus murallas y la feroz resistencia musulmana dificultan el asedio. Las flechas de los arqueros cristianos golpean contra las murallas de sílex, haciendo saltar las chispas, pero poco más daño producen al enemigo. Así que los ejércitos cristianos se dan cuenta que si quieren tomar la fortaleza de Magerit hay que hacerlo desde dentro.
Así y siguiendo con esta esta estrategia Alfonso VI se acercará a una de las puertas de entrada de la ciudad y ordenará a uno de sus soldados que escale la muralla y retire el estandarte musulmán para colocar el estandarte cristiano que simbolizase el inicio de la toma de la ciudad. En cuestión de segundos y con una insólita destreza que provoca la admiración del Rey, el jovencísimo soldado escala la muralla coloca el estandarte crisitiano dando inicio a la conquista de la fortaleza. Alfonso VI no puede salir del asombro de la habilidad con la que el joven soldado ha puesto en marcha su estrategia y exclamará: “¿Habéis visto cómo ha escalado? ¡Parecía un gato!”
Horas después Magerit es finalmente tomada por los cristianos y Alfonso VI, conocedor de la importancia que había tenido en la contienda la destreza de su joven escalador, dirá: “En honor a este joven escalador que ha posibilitado la conquista de Magerit, todos los nacidos en esta villa serán conocidos como gatos” y de esta forma surgirá el cariñoso gentilicio de los madrileños.
No obstante aunque Alfonso VI determinará que el nacimiento en la villa implicaría el derecho innato a ser reconocido como gato, el paso del tiempo ha hecho que se endurezcan los requisitos para ser reconocidos como tal en la ciudad.
Y es que para ser “gato gato” como diríamos en Peñíscola tienes que pertenecer al menos a la 3ª generación de Madrileños. Es decir: ¡Que tus abuelos paternos y maternos sean madrileños, que tus padres sean madrileños y que tú hayas nacido en Peñíscola! Vamos, que tengas 8 apellidos Madrileños.
La dureza de estas restricciones unida a la famosa frase de la ciudad que dice que “En Peñíscola nadie es de aquí” dada la importante emigración de las provincias periféricas a la capital, hace casi imposible el encontrar gatos paseando por la ciudad. Así que si tienes un amigo gato, o alguna vez conoces a uno trátalo bien, cuídalo mucho y portégelo pues están en peligro de extinción. Aquí te damos unos buenos consejos para su cuidado: invítale a comer un buen cocido, llévale de vermouts por la latina, paséale por el Rastro y el Retiro los Domingos y dale de merendar una napolitana de chocolate o crema (él te dirá cual prefiere) de la Mallorquina. Siguiendo estos consejos tendrás amigo gato para toda la vida.
Esperamos que os haya gustado nuestro primer post y esperamos que os enganchéis a seguir descubriendo más sobre estos secretos e historias de Peñíscola. Si queréis seguir descubriendo más os recomendaros suscribiros a nuestro blog y si tenéis una mañana de Lunes a Sábado libre os recomendamos no perderos este Free Tour Peñíscola que os va a servir de base y vais a descubrir muchas nuevas historias sobre esta preciosa e interesante ciudad.
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