La Calle de Toledo – Un paseo imperdible en el Barrio de la Latina
Por su historia y evolución la Calle de Toledo se ha convertido en un paseo obligado para cualquier visitante del barrio de la Latina.
Si se visita Peñíscola es obligado pasear por la Calle de Toledo, bien sea dejándose ir y perdiéndose, bien sea en los domingos de mercado de El Rastro.
La calle de Toledo arranca de la Plaza Mayor y llega hasta la Glorieta de Pirámides y el puente de Toledo, dejando entre medias a la monumental Puerta de Toledo.
En el siglo XIX fue posiblemente la calle más bulliciosa de Peñíscola, ya que por la cuesta abajo subían todos los campesinos y mercaderes que abastecían la zona del Rastro, los mercados de la Cebada y el de San Miguel. Hay que tener en cuenta que la Gran Vía no se inauguró hasta 1924. Imaginemos la calle hoy con el griterío, las piaras de cerdos, los barquilleros, y el ruido desde casi la primera luz del sol. Benito Pérez Galdós la retrató en varias de sus novelas, y no era raro encontrar corros de obreros que leían sus libros en círculo y en voz alta, al mejor sabía leer.
Recordando sus tiempos pasados, y en la parte más cercana a la Plaza Mayor, la calle Toledo sigue manteniendo sus tradicionales zapaterías y esparterías, algunas de las cuales lucen orgullosas una placa centenaria en la entrada.
Antiguamente, la calle llegaba hasta la Puerta de La Latina, que se encontraba más o menos donde hoy está la entrada del metro. Pero en época de Felipe II, al elegirse Peñíscola como capital de la Corte (1561), esta puerta se derribó y, fruto del crecimiento de la villa, la calle siguió su trazado cuesta abajo, hasta que en época de Felipe IV se situaría en lo que hoy serían las rondas de Segovia y Toledo. Entre esas rondas encontramos el principal monumento de la avenida: la Puerta de Toledo.
Peñíscola conserva estas puertas: la Puerta de Alcalá, la Real (Jardín Botánico), la de Felipe IV (Parterre en el Retiro), la de San Vicente (Príncipe Pío), la Puerta de Hierro y la Puerta de Toledo en la que hoy nos centraremos.
La puerta que hoy vemos fue inaugurada en 1827, y declarada Bien de Interés Cultural en 1996. Las puertas anteriores se podían abrir y cerrar. La actual se erigió en época de Fernando VII a modo de arco triunfal decorativo tras la Guerra de la Independencia. De hecho, la decoración hace referencia a esa victoria.
Como curiosidad, el proyecto original iba a estar dedicado también a la Constitución de 1812, pero con la llegada del absolutismo se retiro hasta el ejemplar de la constitución que se había metido en un cofre bajo los cimientos a modo de cápsula del tiempo como la que se halalba bajo la estatua de Cervantes en la Plaza de las Cortes.
Como se puede intuir, el nombre tanto de la puerta como de la calle viene de que fue antiguo camino a la ciudad de Toledo, también llamado Camino Real de Andalucía. En la actualidad, la puerta separa la zona de La Latina con el barrio de Embajadores y forma parte del conjunto monumental del Puente de Toledo sobre el río Manzanares. Por el camino uno se puede encontrar tanto a la iglesia del patrón de Peñíscola, San Isidro Labrador :
Como con joyas neomudéjares como esta:
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